El ser humano va pasando por diferentes etapas y crisis en el camino de la vida. Desde el nacimiento hasta la vejez hay que afrontar grandes cambios en nuestra evolución, tanto físicos, como psicológicos y del propio entorno que nos rodea. Cada nueva etapa, nos prepara para la siguiente (nuevos retos, objetivos y responsabilidades…) y a su vez nos hace romper con todo lo de la etapa anterior, (pérdidas, grandes cambios…) lo cual, muchas veces, nos supera y entramos en la denominada crisis de la edad. Sin duda, el periodo Más difícil o de más cambios es el de la vejez, por ello, dedico este post a los mayores.
Nuestros abuelos han tenido que lidiar con una vida nada fácil, han sufrido una época difícil en el país; hambrunas, guerras, una dictadura y muchos golpes en la vida para llegar a lo que son hoy: personas con una gran sabiduría, dotados de experiencia y enseñanzas que transmitir.
Pero por desgracia, cada vez menos se tiende a tener este concepto de nuestros mayores. Mucha gente piensa que los abuelos son como niños, que hay que tratarlos como si fueran infantes o simplemente como seres invisibles, a los que se ignora.
En la actualidad, continuamente, se aprecian faltas de respeto a los mayores, al no comprender su forma de pensar o actuar, también se ha perdido la cortesía con ellos, por ejemplo: que una persona joven le ceda el puesto en el autobús. No toda la culpa de esta situación la tenemos los jóvenes, pues pienso que existe poca capacitación por parte nuestra para tratar a nuestros mayores, y es algo que debe inculcarse desde niño.
Todo va evolucionando, y con ello los ideales y mentalidad. Pero hay que entender que cada uno vive de acuerdo con sus vivencias y circunstancias y por ello, nuestros mayores tienen una forma de pensar muy distinta a la actual. Hecho que hay que comprender. Además con los años se van agravando nuestras manías, nuestro carácter puede empeorar como consecuencia de la carencia de nuestro estado de salud.
No es lo mismo sentirse joven, fuerte, con buena salud, vitalidad y ganas de comerse el mundo, a sentirse con continuos achaques salud, ir perdiendo facultades en todos los sentidos, sentir que flaquean las fuerzas por días, que se agota el tiempo, que perdemos a nuestros seres queridos… estas situaciones hacen que los mayores sientan frustración, tristeza y depresión y como fruto de ello, la apatía o mal carácter.
Solemos decir “que abuelo más tozudo”, “no hay quien lo aguante, que pesado es”, “abuelo cállate ya, eso no es así…” frases como estas son continuas ya que no nos ponemos en su piel.
Otra realidad, es que muchas veces se quejan con facilidad de su estado de salud, pero hay que entender que ellos ven la enfermedad como un freno que puede ponerle fin a sus días en cualquier momento, de ahí que se preocupen tanto por sus dolencias y malestares.
Hay que aprender a tener paciencia, a escuchar todo lo que tienen que contar, a intentar entender su postura y pedirles consejo de la vida, a dedicarles su tiempo y darles mucho cariño diariamente, hacerles sentir queridos e indispensables en nuestra vida y evitar que se sientan como una carga.
En definitiva, tratarles con normalidad pero teniendo en cuenta las diferencias propias de la edad, sin olvidar, que todos algún día envejeceremos y que “todos queremos vivir una larga vida, pero nadie quiere ser viejo”.
6 comentarios
No nos damos cuenta de que esa edad nos llega a la vuelta de la esquina..
Preciosa publicación para reflexionar. Estas cosas hacen creer en el ser humano.
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