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El paternalismo en la intervención social

por Cristina de León

La RAE define paternalismo como la “tendencia a aplicar las formas de autoridad y protección propias del padre en la familia tradicional a relaciones sociales de otro tipo”. En Trabajo Social, como en otras disciplinas, el paternalismo cosiste en recurrir a la autoridad procedente de la profesión para intervenir en favor del usuario y sus intereses. En este modelo no se tiene en cuenta al usuario como agente de su propio cambio, sino que creemos ser nosotros mismos los que tenemos el poder de hacerlo, relegando a la persona que acude a nosotros a un papel secundario y pasivo.

Si nos remontamos a décadas atrás, el modo de actuación de los primeros trabajadores sociales era asistencial y paternalista. Desde la aprobación de la Constitución en 1978 la situación da un giro y es entonces, cuando el Trabajador Social trata de potenciar todas las virtualidades de la persona humana, de las familias, de los grupos, de las organizaciones y comunidades en que desarrolla su vida, para conseguir el máximo de bienestar social y calidad de vida. Es decir, donde se reconoce la importancia de ayudar a que la persona se ayude a sí mismo, fomentando el cambio, respetando que la persona tome conciencia de su situación y ponga de su parte para que la mejora se produzca.
Por desgracia, hoy en día aún se cae en este error, y se dan situaciones paternalistas, como puede ser el hecho de no informar sobre determinados temas relevantes al usuario.

¿Es necesario el paternalismo en ciertas situaciones? Hay personas que piensa que en algunas circunstancias, como cuando se trata de una persona con diversidad funcional, que le impide tomar decisiones por sí mismos o menores, se debe recurrir a paternalismo, pero lo cierto es que en estos casos se debe respetar su autonomía relegándola a algún tutor o familiar del usuario.

En definitiva, la labor del Trabajado Social es la de informar, orientar y apoyar al usuario, poniéndole todos los medios necesario para que la propia persona actúe en su propio beneficio. Pero no hay que olvidar que el usuario, como ciudadano libre, es el que tiene la última palabra. Tenemos que tener claro cuáles son nuestras limitaciones y que hay ciertos parámetros que no podemos atravesar.

¿Ustedes, que opinan al respecto?

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