Como cada final de año, se abre, no sólo una nueva etapa, sino también nuevos objetivos, planes, metas que nos hemos propuesto y que nos proponemos alcanzar en el nuevo año. Se trata de una lista de propósitos, un clásico que se repite cada final de diciembre.
Aunque parece una tarea fácil, esto de proponer metas y objetivos, tiene cierta complejidad a la hora de formularlos. A continuación veremos las claves para poder desarrollarlos y alcanzarlos con éxito.
Mucha gente confunde las metas con los objetivos, pero realmente una forma parte del proceso de la otra. Nos ponemos objetivos para así poder alcanzar la meta. La meta sería la “planta de arriba”, la cúspide de la pirámide. Lo que realmente queremos conseguir, y los objetivos son esos peldaños o escalones que vamos superando en el camino a la meta.
Para formular correctamente los objetivos, estos deben cumplir las siguientes condiciones:
1. Formula tu objetivo siempre en positivo:
Siempre tienes que formular tu objetivo diciendo lo que quieres, nunca lo que no quieres. Muchas veces, nos descubrimos a nosotros diciendo, “no sé lo que quiero pero sé lo que no quiero”. Esa formulación no es válida, porque el contrario de las cosas que no quiero pueden ser infinidad de cosas y el cerebro, tiene por costumbre no escuchar al “no” que va por delante de la formulación. Por tanto, empieza tu redacción diciendo lo que realmente quieres conseguir.
2. Sé siempre concreto y conciso:
Es también frecuente, cuando hablamos de lo que queremos alcanzar, decir cosas del tipo, “quiero sentirme mejor”. Es un comienzo, pero demasiado vago ya que: ¿Qué es mejor? ¿Cuánto sería estar mejor? ¿Comparado con qué?. Nos va a ser difícil mesurar el cambio y saber en qué punto estamos del proceso y hasta dónde hemos llegado con esa definición. Es mejor decir algo como: “Quiero estar relajada en mi trabajo, la mayor parte del tiempo”.
3. Que esté a tu alcance, que lo puedas controlar:
Otro error frecuente en el que solemos caer, es cuando a la hora de formular nuestros objetivos pedimos cosas que no están en nuestras manos. Si yo digo “Quiero que mi jefe sea más simpático”, he de ser consciente que aunque yo puedo hacer algo para conseguirlo, la mitad de esa decisión depende de otra persona. Si dejo la consecución de mis objetivos en manos de otras personas corro un gran riesgo de acabar decepcionado cuando este no se cumpla. Tal vez yo pueda querer que mi jefe sea más simpático, pero a la hora de ponerlo como objetivo, es mejor que ponga sólo lo que realmente yo puedo controlar, por ejemplo: ”Cuando vea a mi jefe voy a hablarle de un modo empático y colaborador”. El resto ya no está en mis manos.
4. Debe ser realista
No se trata de no poder tener grandes aspiraciones, por supuesto podemos ponernos objetivos altos, lo importante es que los objetivos que nos pongamos estén a nuestro alcance, aunque sea con gran esfuerzo. Si la meta final es muy lejana, es mejor que empiece con metas más cercanas que puedan satisfacer mientras no alcanzo esa otra meta más alejada en el tiempo. Por ejemplo, si soy una persona sedentaria, no puedo ponerme como meta a corto plazo hacer una maratón de muchos km. Primero deberé ponerme metas más cortas en el tiempo y más asequibles, como “voy a salir a correr a diario”, “voy a apuntarme al gym y acudir al menos 4 veces en semana” etc.
5. Fijar fechas realistas:
Hay que ser muy específicos sobre la fecha en la que queremos completar un objetivo, pero sobre todo hay que ser realista. Está bien fijarnos fechas para alcanzar nuevos retos. Pero si establecemos periodos de tiempo muy cortos en los que es casi imposible realizar esa tarea, acabaremos desmotivándonos y no alcanzando la misma. Es preferible acabar la labor antes de lo de pensado, que no acabarla en el tiempo estimado.
6. Tener en cuenta los pros y contras de nuestros objetivos:
Hay que medir siempre, lo que podemos ganar y perder si consigo mi objetivo. Es importante pararse a pensar en las consecuencias tanto positivas como negativas, ya que muchas veces queremos las cosas sin sopesar demasiado bien lo que van a suponer en realidad para nosotros. Sólo vemos lo positivo. Por ejemplo si tenemos pendiente estudiar una carrera, y somos padres de familia, deberemos sopesar dejar tiempo de ocio, no tener tanto tiempo para vida familiar, etc. Y si lo que puedo perder compensa lo que voy a ganar.
7. Deben ser verdaderos deseos:
Se trata de formular los objetivos de corazón, cosas que realmente nos hagan felices y que al escucharlo nos aporte motivación. Para que sea un objetivo deseado, debe sacudirte por dentro cuando lo escuchas, nacer desde lo más profundo de tu cuerpo. Has de sentir algo cuando piensas en eso que quieres conseguir.
No debemos engañarnos pensando que solo por formularlos correctamente los vayamos a conseguir. Para que llevemos a cabo los objetivos lo primero que ha de existir es una verdadera motivación, y que además sea algo que realmente quieras, no que piensas que quieres. Algo que no simplemente nos gustaría conseguir, sino que exista un firme propósito de llevarlo a cabo, aunque suponga cambiar de hábitos y hacer esfuerzo.
Si se dan todas esas condiciones y además cumples los siete principios mencionados, estás ya en muy buen camino para alcanzar tus metas.
Mucho ánimo! Y recuerda, “Fíjate objetivos y no te detengas hasta cumplirlos, de este modo dejarás de ser un mero espectador de la vida y te convertirás en un protagonista”.
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