¿Has padecido alguna vez estrés? Si la respuesta es afirmativa, seguramente conocerás muy bien los síntomas que produce este problema en nuestro cuerpo y mente. Pero, realmente ¿sabes lo que es?, ¿sabrías detectarlo a tiempo o erradicarlo? En este post, vamos a centrarnos en contestar a estas cuestiones. Como siempre, apoyándome de la teoría contrastada de algunos psicólogos, información útil para mí y espero que para ti que mes estás leyendo.
A menudo escuchamos decir que el estrés es un problema del siglo XXI. Sin embargo, Antonio Cano Vindel, (presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, SEAS), destaca que se trata de un proceso «tan antiguo como el propio hombre, que compartimos con animales e incluso plantas».
Si es cierto, que el incremento del ritmo de vida, es una realidad que empieza a dar sus primeros resultados. A menudo, vamos más deprisa de lo que deberíamos y terminamos acostumbrándonos a un estilo de vida que no es nada positivo para nuestra salud.
Mucha gente sufre sus síntomas pero no entienden el porqué de algo que no es más que el mecanismo de defensa que permite reaccionar con rapidez y seguridad ante contextos en los que hay que dar respuesta para la que no tenemos recursos.
El doctor Cano, en este periodo, recomienda y asegura que es fundamental el descanso, puesto que, nuestra mente y nuestro cuerpo lo necesitan para reponer esos recursos y recuperar la energía gastada. Será después de este periodo cuando el organismo se estabilice y esté de nuevo preparado para afrontar situaciones diarias de estrés. Siempre que se descanse lo debido.
¿Cuándo surge el problema?, pues bien, el problema se da cuando este mecanismo, diseñado especialmente para activarse ante situaciones de emergencia, está permanentemente encendido. Es en este momento, cuando aparecen los síntomas más temidos: olvidos, pérdidas de rendimiento, problemas de concentración, alta activación, alta activación fisiológica, agotamiento, insomnio, dolor de cabeza, dolores musculares, aumento del consumo de sustancias psicoactivas, ansiedad, irritabilidad, y otros problemas que pueden incapacitar cada vez más a quien sufre este trastorno.
¿Cómo podemos aprender a detectarlo?
Podemos medir el estrés por el grado de nerviosismo o ansiedad, de manera que mayor será el estrés cuando más incrementados estén estos síntomas. Las personas proclives a padecer este problema, pueden desarrollar una reacción emocional de ansiedad.
Lo síntomas más frecuentes que presenta la ansiedad son:
- A nivel interno: se encuentra la preocupación constante, pensamientos y sentimientos negativos sobre uno mismo, inseguridad y baja autoestima. Así como el temor a que los demás perciban la alteración y a lo que pensarán si esto sucede.
- A nivel físico: a menudo se perciben molestias en el estómago, sudores o temblores, así como tensión o palpitaciones.
- Nuestro cuerpo: todo esto se refleja a través de movimientos repetitivos (pies, manos, rascarse, etc.), fumar, comer o beber en exceso o evitando determinadas situaciones.
¿Qué podemos hacer para evitar que la ansiedad y el estrés se apoderen de nosotros?
Existen diferentes tipos de técnicas que permiten reducir los efectos de la ansiedad y del estrés. Estas pueden ser: farmacológicas, cognitivas, de relajación de la actividad fisiológica y procedimientos centrados en la conducta. No obstante, los fármacos consiguen «reducir rápidamente los síntomas», asegura Cano, sin embargo, no sirven para curar el trastorno.
Por su parte, las terapias cognitivas, «se basan en el entrenamiento del individuo en técnicas que mejoran su capacidad de autoobservación y autocorrección de sus pensamientos, su conducta y sus emociones», explica el Antonio Cano Vindel. Se trata de conocer los pensamientos y ayudar a interpretar las situaciones.
En cuanto a la relajación, ayuda a la persona a «disminuir la activación fisiológica, soltar los músculos, respirar correctamente, imaginar, etc.», agrega el psicólogo. Por último, las técnicas de conducta, «resaltan la necesidad de exponerse a las situaciones temidas, acercándose a los estímulos que provocan la ansiedad», explica el experto. Cabe decir que, en este último caso, conviene ir poco a poco, siempre con el fin de enseñar al paciente un mejor proceso para afrontar las situaciones.
Próximamente acogeremos estas técnicas para tratarlas en profundidad, pero a grandes rasgos, podría decirse que para que consigas un estado de tranquilidad, y una vida relajada y sin estrés deberás seguir ciertas pautas:
- Toma una actitud positiva frente a la vida, sin alterarte por cosas que no merecen la pena y teniendo siempre una visión optimista.
- Debes darle importancia a la respiración, es importante respirar de forma adecuada, cogiendo aire por la nariz y soltándola lentamente por la boca, sintiendo como el diafragma va descendiendo.
- Lleva unos estilos de vida sanos, que conlleve una dieta equilibrada y ejercicio físico.
- Toma descansos para meditar y reflexionar, tomate tiempo para ti y tu bienestar.
- Haz lo que más te guste, es esencial que tengas tus hobbies y emplees tiempo en hacer esas actividades que tanto disfrutas.
- Cuando sientas que algo te enfada, piensa en si te merece la pena entrar en discusiones (aunque a veces la ira nos ciega) está en tus manos combatirla.
- Busca Apoyo en los demás. Cuando necesites ayuda, rodéate de personas a quienes les importa tu bienestar. Habla con un adulto en quien confíes.
- Trata de resolver el problema. Cuando te sientas calmado/a y tengas el apoyo de adultos y amigos, es un buen momento para resolver tu situación. Necesitas darte cuenta de cuál es el problema. Incluso si no puedes resolverlo completamente, quizás puedas comenzar a resolverlo poco a poco.
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